El cielo siempre es azul
Por Amparo, fundadora de CelBlau
Todo empezó como empiezan tantos proyectos que surgen de la devastación, de la destrucción total.
Mi hijo Dani murió hace cuatro años y en aquel momento creí morir con él. Toda mi vida se derrumbó como cae un castillo de naipes; en apenas un instante.
Al día siguiente seguía respirando, sí. De la misma forma que sentía que al resto del mundo no parecía importarle nuestra muerte. El dolor lacerante y el cansancio por mantener cierta actitud, la que espera de ti ese mundo ajeno y lejano, me hizo perder cualquier atisbo de esperanza.
A pesar de encontrarme en el borde del abismo, logré sentir que algo había quedado intacto: ahí estaba nuestro amor, el de Dani y el mío. El amor que nos mantenía vivos el uno para el otro y que de alguna manera nos conectaba, aunque habitásemos en dimensiones aparentemente distintas.
Dani me daba la mano para seguir adelante con el viaje que emprendimos juntos un día de principios del mes de agosto. Pero a medida que se sucedían las horas y los días y pasaban los meses sentí lo devastador que puede ser ese viaje. Asimismo, me di cuenta de que hablar abiertamente de la muerte incomoda a la mayoría de la gente que te acompaña o te encuentras por el camino. La soledad me acompaña en cada instante, en cada paso que doy. Porque nadie vive para morir, aunque la muerte forme parte de la vida.
Así es como a veces las personas obviamos lo único que ciertamente sabemos que sucederá algún día, dando la espalda al dolor ajeno, a una certeza que sucede a cada rato más allá de nuestra ceguera. Y así es como el duelo a veces se convierte en un viaje solitario que te lleva a buscar la comprensión de quien no necesita ponerse en tu piel; de quien viaja por la misma senda que tú.
Lo hice. Emprendí esa búsqueda de espacios comunes en los que encontrar comprensión y apoyo. Y me adentré en una tierra abierta a la siembra de semillas que hagan brotar la esperanza. Así es como poco a poco comenzó a tomar forma la idea de plantar a cielo abierto y compartir un viaje de amor que no tiene fin. El viaje de aquellas personas que aman más allá del duelo haciendo de su memoria el lugar donde permanecen, donde están y siempre estarán quienes se adelantaron en el camino de la vida.
Bienvenidas, bienvenidos a CelBlau.

CelBlau, un viaje a la vida
CelBlau es un grupo de personas que afrontan una misma experiencia de vida: la pérdida de las personas amadas.
Puede parecer contradictorio que hablemos de una “experiencia de vida” para referirnos a la muerte. Pero precisamente de eso se trata. Porque buscamos la manera de seguir viviendo o de volver a hacerlo después de experimentar lo que para la mayoría es lo imposible, lo que nunca hubiera podido suceder.
La muerte de las personas amadas no acostumbra a estar en el horizonte de la vida, no forma parte de los pensamientos cotidianos, los que ocupan la práctica totalidad de las horas del día. No pensamos ni soñamos con que pudiera suceder, de la misma forma que cuando llega ese momento, afrontarlo pareciera imposible. Pareciera que no hay manera ni forma de tanto obviar esa posibilidad. Lo cierto es que no sabemos a penas nada de la muerte.
Cada persona tiene su historia, sus propias vivencias, antes y después de la pérdida, pero a todas nos une algo que permite que nuestro corazón siga latiendo: nos une el amor por esas personas a las que siempre echaremos de menos. Compartimos el amor que seguimos dando y recibiendo, a pesar de todo, el amor que nos guía mas allá de lo que percibíamos hasta ese instante.
CelBlau nace con la idea de ser un espacio abierto al duelo en el que compartir lo que sentimos y percibimos ahora, justo en este instante. Un lugar en el que poner palabras a los sentimientos que silenciamos y escondemos en la vida cotidiana. La entidad desea ser el espacio en el que desaprendemos para crecer y aprender de nuevo desde nuestra singularidad; desde la libertad y el respeto, sin prejuicios ni juicios, sin certezas. CelBlau aspira a ser lugar de encuentro en el que compartir el deseo y la esperanza de hallar la serenidad necesaria para vivir mirando a la muerte como parte de la vida.
CelBlau somos nosotras y nosotros, los que nos quedamos y las personas amadas que se adelantaron en el camino de la vida.